Actividades como hablar o caminar pueden tornarse prácticamente imposibles cuando se padece Parkinson. Por esto, la ciencia médica ha trabajado en nuevas tecnologías para intentar disminuir o retardar los efectos adversos de dicha enfermedad.
Un tratamiento que destaca es la Estimulación Cerebral Profunda (ECP), la cual se encarga de estimular el cerebro en diversas áreas a través de señales eléctricas, para controlar los movimientos, el dolor e incluso factores como el estado de ánimo y pensamientos obsesivos compulsivos.
Esta innovación ayuda a tratar diversos padecimientos, entre ellos la enfermedad de Parkinson, y aunque no es una cura, disminuye significativamente las afecciones que provoca. Esta opción se recomienda cuando los medicamentos ya no son suficientes para controlar síntomas adversos como temblor, rigidez, tensión, lentitud de movimiento y dificultad para caminar.
La ECP tiene como objetivo corregir la actividad eléctrica en el cerebro que fue afectada por el padecimiento. Esto se consigue mediante impulsos eléctricos aplicados directamente a un área, a través de electrodos que se colocan en el cerebro, conectados a un generador con una tecnología similar a la que usan los marcapasos.
El sistema busca bloquear señales eléctricas erróneas en el cerebro, evitando así la aparición de síntomas negativos de la enfermedad. Dicho dispositivo puede prenderse y apagarse a voluntad con ayuda de un imán o un control remoto; al estar encendido, se generan de 100 a 180 impulsos eléctricos por minuto.
Dado que se realiza sobre uno de los órganos más importantes del cuerpo, el procedimiento para implantar los electrodos debe ser mediante una intervención quirúrgica. En la cirugía, el especialista colocará los electrodos en el cerebro y el generador de energía se implantará bajo la piel, ya sea en el abdomen o en el tórax.
Los pacientes que son candidatos para el tratamiento de la enfermedad con este método deben cumplir ciertos requisitos. Entre los principales, se encuentra haber respondido de manera positiva a la levodopa, pero que esta ya no sea suficiente para controlar los síntomas motores, además de que hayan recibido el diagnóstico al menos cinco años antes.
No obstante, hay criterios para que este método no pueda ser aplicado en ciertos individuos, como aquellos que estén en la última etapa de la enfermedad, tengan condiciones médicas que puedan impedir la cirugía, presenten pérdida de memoria, dificultad para concentrarse o cambios de humor, y que no reaccionen a los tratamientos con fármacos.
Para los prestadores de servicios de salud, tanto privados como públicos, este procedimiento es una ventana de oportunidad para inversión, ya que ofrece a los pacientes una mejora significativa en cuanto a los síntomas, no solo de Parkinson, sino de otras enfermedades. Además, representa riesgos mínimos si se aplican correctamente los criterios de elección de pacientes candidatos.
Entre las enfermedades que también se pueden tratar con este método están la depresión mayor que ya no responde a tratamientos, el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), la obesidad mórbida, el Síndrome de Tourette y las epilepsias.
Los riesgos son los de cualquier cirugía que se realiza en el cerebro; sin embargo, si el procedimiento es exitoso, el paciente mejora significativamente y su calidad de vida e independencia aumentan.
Referencias
1) Estimulación cerebral profunda. (s/f). Medlineplus.gov. Recuperado el 4 de septiembre de 2024,
de https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/007453.htm
2) Centro de estimulación cerebral profunda. (2015, octubre 8). George Washington University
Hospital. https://es.gwhospital.com/conditions-services/neurosciences-institute/deep-brain-
stimulation
3) Diagnóstico de Parkinson. (s/f). www.estimulacion-cerebral-profunda.es. Recuperado el 4 de
septiembre de 2024, de https://www.estimulacion-cerebral-profunda.es/a-quien-esta-destinada-la-ecp/enfermedad-de-parkinson.html
