Seguramente te cuestionas cómo es que a lo largo del tiempo se han encontrado las curas de enfermedades que, en principio, eran peligrosas y hasta mortales para la humanidad, tal como ocurrió con el virus del Sars-Cov-2.
Una respuesta efectiva a tu duda la resuelve la ciencia médica.
¿Por qué y cómo?
La apuesta científica actual se basa en prevenir, curar o detener el desarrollo de las enfermedades a través de los genes.
¿Así? ¡Sí!
La terapia genética, que al principio trataba enfermedades hereditarias precisamente a través de los genes, sirve hoy para investigar casi cualquier patología.
¡La medicina general tiene una luz al final del túnel!
Esta técnica busca, en palabras sencillas, reparar un gen defectuoso que causa alguna mutación que, a su vez, origina un problema de salud en el paciente.
En general, las reparaciones se pueden realizar al complementar o hacer una sustitución de un gen con defectos con una réplica normal, o también, se puede inhibir o bloquear la acción de los genes que provocan el desarrollo del padecimiento.
Asimismo, otra opción es introducir material genético dentro de la célula que le permita sintetizar una proteína que contrarresta el problema que tiene.
En concreto, hay dos formas de encontrar las posibles soluciones:
La primera, se conoce como "modo in vivo" y consiste en administrar el material genético directo al paciente, lo cual se realiza mediante un vector que transporta al gen hasta una célula específica, conocida como célula diana, en la cual se ejercerá la acción terapéutica.
Los vectores que se utilizan principalmente son los virus, por su capacidad para suministrar material genético a las células; sin embargo, estos son modificados previamente para que no se reproduzcan dentro y provoquen una enfermedad infecciosa.
Otros vectores utilizados son los lípidos, proteínas o nano partículas.
Pero existe una desventaja: en esta primera forma, una vez dentro del cuerpo, no puede controlarse tan fácilmente el destino del vector, por lo que preferentemente se utiliza en patologías de hígado, músculo o cerebro, zonas difíciles para extraer una célula.
La segunda forma es al revés, y se conoce como "modo ex vivo", donde la célula diana se extrae del cuerpo del paciente y, una vez fuera, se le realiza el procedimiento de modificación genética.
Cuando el anterior procedimiento se realiza, la célula de implanta de nuevo a la persona
La particularidad de esta segunda técnica es que necesariamente debe realizarse en laboratorios altamente especializados y con pasos muy precisos. No obstante, también tiene algunas desventajas, porque, pese a ser más precisa, se corre el riesgo de que la célula no sea bien recibida o se logre incorporar justamente al área afectada.
Otro dato importante es que ésta segunda forma es muy similar a una utilizada en la inmunoterapia celular que, al igual que la terapia genética, busca ayudar a curarm, - o prevenir algunos padecimientos, con la diferencia que la inmunoterapia se enfoca mayoritariamente a diversos tipos de cáncer.
La inmunoterapia consiste en implantar en el cuerpo sustancias realizadas en laboratorio que refuercen las defensas naturales del sistema inmunitario y ataquen con mayor severidad a células cancerosas.
Existen varios tipos de inmunoterapia, entre estas destacan la obtención celular de la sangre para modificarla a manera que puedan unirse a células cancerosas, identificarlas y eliminarlas.
También hay inhibidores de puestos de control inmunitarios, los cuales ayudan al sistema inmunológico a identificar y atacar más fácil el problema.
Las vacunas contra el cáncer también son un tipo y ya son una realidad que no solo ayuda a prevenir, sino a tratar ciertos tipos de cáncer.
Sin duda, gracias a estos avances, la cura de enfermedades genéticas, diferentes tipos de cáncer y patologías en general, cada vez vislumbra una salida más cercana.