La crisis sanitaria nos obliga a replantear el modelo de salud que hemos mantenido por décadas
Al hacer frente a la pandemia de COVID-19, se ha potencializado la colaboración entre los sectores de salud público y privado, lo cual es un gran paso hacia la cobertura universal de salud, que se construye integrando la atención primaria, e impulsar a nivel de los hospitales de los hospitales con base en distintos convenios. Esto abre oportunidades para reposicionar al paciente en el centro de los esfuerzos, tanto en la industria médica como en el sector salud en su conjunto.[1]
La pandemia actual confirma que la cobertura universal de salud es una gran oportunidad para que las personas tengan acceso a los servicios médicos cuando los necesiten, sin menoscabo de su patrimonio.[2] En el caso de México, las primeras cinco causas no trasmisibles que ocasionan años de vida saludable perdidos a la población involucran enfermedades cardiovasculares, neurológicas, musculoesqueléticas, diabetes y cáncer. Para mejorar la calidad de los servicios médicos en caso de emergencias sanitarias como la COVID-19, combatir y prevenir las enfermedades que más se padecen, es esencial avanzar en los siguientes aspectos cuatro aspectos.
Identificar y reconocer los hitos principales en el sistema de salud mexicano, para rescatar los mejores elementos, así como transformar las debilidades en fortalezas.
Construir un sistema de información integrado por aspectos demográficos, epidemiológicos, e institucionales, tanto del sector público como del privado (industria médica, laboratorios clínicos, empresas de distribución de insumos para la salud[3] y hospitales), en la medida en que la ley de protección de datos personal lo permita. Esto, para facilitar una planeación adecuada de existencias de insumos y servicios, un modelo de financiamiento que incluya esquemas de aseguramiento, así como para lograr el control de distintos determinantes de la salud que van desde el ámbito familiar hasta el escolar, laboral, social y global.
Revisar continuamente la política de salud, que involucra a los elementos del diagrama 1, para identificar con cálculos actuariales los requerimientos financieros del sistema de salud. El financiamiento del sistema de salud en México es prácticamente 56% público y 44% privado.[4] También se debería incentivar el apego a los protocolos de atención, lo que facilitaría mejorar la calidad de la misma,[5] así como impulsar continuamente la competitividad y destreza de los profesionales de la salud. Además, es esencial promover el desarrollo tecnológico para contar con medicamentos y dispositivos médicos seguros y efectivos, ya que el país es el principal productor/exportador de estos en América Latina.[6]
Generar interacciones con distintos participantes para poder contar procesos eficientes y mejores niveles de salud. México tiene una población con muchos factores de riesgo; la obesidad y el sobrepeso están presentes en más de 70? la población adulta; la hipertensión y diabetes mellitus han aumentado hasta afectar a 18% y 10? la población, respectivamente.[7]
A escala global, la mitad de la población está excluida de esta cobertura. En este sentido, los elementos mencionados son fundamentales para sentar las bases para desarrollar una cobertura universal de salud. En la definición de cada uno está la posibilidad de:
- Un correcto desempeño del modelo de atención, desde la atención primaria, orientada a la prevención, autocuidado y diagnóstico oportuno de enfermedades, hasta los servicios especializados que ofrecen los hospitales[8]
- Desarrollo, manufactura y adopción de tecnologías innovadoras, productos farmacéuticos[9] y dispositivos médicos[10]
- Mejora de la salud de la población y fomentar actividades productivas[11]
La pandemia de COVID-19 ha servido para poner atención el sistema de salud actual, y abrir el camino hacia una cobertura universal de salud efectiva en México; las condiciones son de gran potencial, los resultados, como lo hemos observado en otros países, generan grandes beneficios para todas las partes involucradas, principalmente la población que requiere servicios médicos.
Para impulsar el sistema de salud será necesario descubrir las oportunidades que conllevan los retos, transformar escenarios complejos en impulso para mejorar la sociedad e identificar las mejores estrategias para mantener la continuidad de las instituciones del sector, y así, eventualmente, transitar hacia la cobertura universal de salud.
[1] https://home.kpmg/xx/en/blogs/home/posts/2020/04/covid-19-and-ls-connected-enterprise.html
[2] https://www.who.int/health-topics/universal-health-coverage#tab=tab_1
[3] http://andis.org.mx/
[4] http://www.dgis.salud.gob.mx/contenidos/sinais/gastoensalud_gobmx.html, https://data.oecd.org/healthres/health-spending.htm
[5] http://www.csg.gob.mx/contenidos/certificacion/certificacion.html
[6] http://amid.org.mx/Descargas/Descargable de la sección Datos de la industria.pdf
[7] https://ensanut.insp.mx/encuestas/ensanut2018/doctos/informes/ensanut_2018_presentacion_resultados.pdf
[8] http://www.anhp.org.mx/
[9] https://amiif.org/, http://anafam.org.mx/inicio/
[10] http://amid.org.mx/
[11] https://www.weforum.org/platforms/shaping-the-future-of-health-and-healthcare