Es la única manera de enfrentar las catástrofes y emergencias sanitarias. Que ellos sepan gestionarlas al mismo tiempo que se protegen a sí mismos. Es una de las grandes lecciones de la pandemia.
La pandemia por covid-19 nos ha demostrado el valor de contar con suficiente personal sanitario. Una de las lecciones más importantes ha sido aprender que estos trabajadores tienen necesidades como el resto de la población, por ello se ha hecho urgente, no solo agradecerles por su labor, sino brindarles mejores entornos de trabajo que les permitan proporcionar una atención de calidad y, a la vez, se cuide de su salud física y mental, así como de sus condiciones laborales.
De acuerdo con el informe “El costo de curar. Los derechos de las personas trabajadoras de la salud en las Américas durante el covid-19 y más allá” realizado por Amnistía Internacional, señala que si bien se ha reconocido como imprescindible el trabajo de estos profesionales, aun así “los trabajadores y trabajadoras de la salud se enfrentan a graves desafíos a la hora de hacer realidad sus derechos humanos al trabajo y a la salud”.
Asimismo, el documento indica que tratados internacionales obligan a los 35 países de la región a garantizar que “todo el personal en primera línea de la pandemia tiene acceso a baja por enfermedad, atención médica, indemnización por daños sufridos en el trabajo, jornadas laborales y salarios decentes e igualdad salarial entre hombres y mujeres”. Sin embargo, aún no ha sido posible asegurar estos derechos.
Durante el Healthcare Strategy Summit 2021, se llevó a cabo la charla “Personal del futuro: preparado, formado y sensibilizado”, a cargo de Alberto Barrón, director de Imagenología de Biomédica de Referencia, quien habló sobre la mejora en las condiciones laborales de estas personas y lo relevante de cambiar de perspectiva en cuanto a la enseñanza de la medicina.
De acuerdo con Barrón: “Las crisis y las grandes tragedias mundiales suelen terminar en desastres humanitarios que alteran el orden social, político, cultural y económico de una o varias naciones”. En ese sentido, la pandemia por covid-19 ha sido la crisis que ha estresado a los sistemas de salud en el mundo al tiempo que ha golpeado las economías. Asimismo, la experiencia ha demostrado que siempre ha sido difícil enfrentar estas situaciones, sin embargo, también se ha podido observar que los seres humanos pueden adaptarse y superar las adversidades.
Las pandemias han estado presentes a lo largo de la historia de la humanidad: basta con recordar la crisis de la gripe española. Por ello, es imprescindible que los sistemas de salud y los gobiernos del mundo se preparen para enfrentar las futuras epidemias y enfermedades de potencial pandémico.
Siguiendo esta línea, Barrón aseguró que: “La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya ha puesto en alerta y el gobierno mexicano se ha preparado para enfrentar una próxima epidemia de influenza”, la cual se prevé que alcanzará a todas las naciones y, por lo tanto, será una pandemia.
Asimismo, el especialista recordó que la influenza, aunque se considere una forma de gripe, origina un cuadro clínico más grave, con fiebre alta, con postración, tos seca y una probabilidad de complicaciones y muerte, generalmente, por neumonía. “A diferencia de las otras gripes, la influenza sí se puede prevenir con vacunación”, subrayó.
Al igual que las vacunas, contar con profesionales de salud preparados, sensibilizados y respaldados por condiciones óptimas de trabajo permitirá enfrentar las futuras crisis y ofrecer mejor atención.
Condiciones laborales del personal de salud
Para Barrón, es crucial cambiar las condiciones laborales del personal clínico entendiendo sus necesidades profesionales y personales. También, destacó que las nuevas generaciones son una oportunidad para entender el futuro de la práctica médica, pensando que se ha hecho mayor conciencia sobre el bienestar del personal y la mejora en las condiciones de trabajo.
Por ello, se requiere una transformación del sistema para preparar a los equipos que enfrentarán las crisis sanitarias que se esperan en los siguientes años. Igualmente, indicó que parte de los cambios empiezan con la valoración del personal en el cuidado de la salud.
Algunos de los desafíos u obstáculos que enfrenta el personal sanitario son el desconocimiento de protocolos, la falta de insumos, la poca o nula preparación; la escasez de equipos de protección personal, las jornadas de trabajo extenuantes, los sueldos bajos, la cancelación de periodos vacacionales y días libres, y la ausencia de lugares de descanso en conjunto con la mala alimentación e hidratación.
Además, en muchos casos los profesionales no cuentan con instalaciones adecuadas o en buenas condiciones. Barrón recordó que los trabajadores también tienen que enfrentar la ignorancia y el rechazo social, sobre todo en situaciones como la que vivimos actualmente.
Además, no se han sentido respaldados por las autoridades de salud, teniendo que laborar con la ausencia de estímulos, falsas promesas o la ausencia de seguridad social, seguro de gastos médicos mayores o seguro de vida, herramientas que les ayudarían a enfrentar un contagio. Todos estos factores motivan que, en ocasiones, los profesionales abandonen sus jornadas laborales.
Aprendizaje del personal sanitario
El especialista abordó las diferencias del aprendizaje médico actual y en el pasado. Entre sus reflexiones recordó que se normalizaba la precarización del residente de primer año, la constante humillación por parte de los tutores, no permitirles participar en los procedimientos ni buscar mejores formas de enseñarlos, la continua negación de nuevas formas de trabajo, entre otros.
Por ello, Barrón destacó la importancia de una transformación en el aprendizaje del personal médico y explicó las teorías del aprendizaje en el adulto, las cuales pueden ser utilizadas para mejorar la educación de los médicos.
De acuerdo con el especialista: “La enseñanza en el adulto no debe ser amenazante, como estudiante se debe tener acceso al intercambio de ideas y se debe promover su independencia y el respeto mutuo”. Aunado a esto, subrayó que la práctica es crucial para que los profesionales desarrollen habilidades, pues “hacer es recordar, lo que permite al alumno poner en práctica de inmediato las nuevas habilidades adquiridas”.
Debido a lo anterior, es recomendable que se compartan los conocimientos no solo de especialistas a residentes, sino entre centros clínicos y de salud. Además, sugirió reconocer la labor del equipo de trabajo constantemente y establecer alianzas para recibir y dar apoyo.
Por último, destacó tres cualidades que debe tener todo médico: empatía, resiliencia e inteligencia emocional. La primera ayuda a entender al paciente y a los colegas; por otro lado, la resiliencia permite superar las circunstancias traumáticas y la inteligencia emocional ayuda a que estos profesionales se manejen de forma adecuada, tanto con ellos mismos como con los demás.