A un año de la pandemia: ¿está listo el sistema de salud para atender otra crisis?

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28 Febrero 2021 Gabriela Rivera
[Pixabay]

Al principio, le gobierno aseguró que solo "era una gripa"; hoy tenemos más de 185 mil muertos y un sistema de salud colapsado por la pandemia

¿Estamos listos para enfrentar una pandemia?

Esa fue la pregunta que el gobierno, los sistemas de salud y la población en general se hacía todos los días en febrero de 2020.

La enfermedad, parecida a una gripe pero más contagiosa y mortal, ya estaba infectando a la población de Asia y Europa. Si bien el coronavirus se diagnosticó en los primeros pacientes en diciembre de 2019, fue hasta enero cuando las autoridades sanitarias prestaron atención al tema.

México no fue la excepción. De acuerdo con dichos del mismo gobierno, fue en enero cuando el sistema de salud comenzó a prepararse para “una simple gripa”, que no tendría mayores consecuencias, según dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador en las conferencias matutinas de enero del año pasado.

Por su parte, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, aseguró en ese momento que el sistema de salud del país estaba listo para enfrentar esta enfermedad.

El 27 de febrero se rumoraba el primer caso de SARS-CoV-2 de un ciudadano italiano que vive en México y que acaba de llegar de ese país, donde la crisis comenzaba a desbordarse. Al día siguiente, la Secretaría de Salud confirmaba que no era uno, sino tres casos confirmados de coronavirus en el país y 22 casos que habían resultado negativos a la prueba.

Para esa fecha, medio mundo enfrentaba una crisis sanitaria para la que no estaba preparado: el virus ya estaba presente en 51 países, con 83 mil 631 casos confirmados y dos mil 858 defunciones atribuidas a COVID-19, refiere la Actualización Epidemiológica del Nuevo Coronavirus, emitida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) ese día.

Un año después las cifras se han desbordado. A nivel mundial se han registrado 112 millones 513 mil 463 contagios confirmados y 2.49 millones de personas han muerto a causa de la enfermedad.

En México, el reporte epidemiológico nacional indica que para esta fecha se confirmaron 2 millones 84 mil 128 personas que han padecido coronavirus y 185 mil 258 mexicanos han perdido la vida por esta causa.

 

Crisis desbordó el sistema de salud

El 11 de marzo, la OMS hizo la declaratoria oficial de la pandemia por coronavirus y pidió a los países establecer medidas de confinamiento y cuarentena para reducir el número de contagios entre la población.

Una semana después murió la primea persona en México por COVID-19 en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER): un mexicano que padecía diabetes y que, presuntamente, se contagió al acudir a un concierto en el Foro Sol a finales de febrero y presentó síntomas el 3 de marzo.

Para ese momento, el gobierno ya había planteado tres escenarios, pero los funcionarios aseguraban que en ningún momento tendríamos que llegar a una etapa de confinamiento, uso de cubrebocas y atención hospitalaria para los enfermos.

No hubo que esperar mucho para que la situación llegará a fase 3. A finales de marzo y principios de abril, los casos comenzaron a incrementar de forma exponencial, igual que la ocupación hospitalaria.

En ese momento se hizo evidente la falta de camas; de médicos y enfermeras especialistas en neumología, terapia intensiva, urgencias; de hospitales con la infraestructura suficiente; de ventiladores para la asistencia respiratoria de los enfermos más graves; de equipo de protección personal para todos aquellos que estaban en primera línea.

Los médicos y enfermeras recibieron una preparación incipiente, que apenas les permitió entender a que se enfrentaban. En algunos hospitales ni siquiera recibieron el equipo de protección adecuado, y en muchos casos acusaron a los directivos de quedarse con el mejor equipo y repartir a los demás el equipo que ni siquiera funcionaba para evitar un contagio.

Para mayo, la enfermedad ya había golpeado al personal de salud y decenas de médicos, enfermeras, camilleros, personal de limpieza habían perdido la batalla, contagiados dentro del mismo hospital.

La infraestructura hospitalaria tampoco fue suficiente. Poco antes de la primera muerte en México, los hospitales privados ofrecieron una alianza con el gobierno para coadyuvar en la crisis. Finalmente, en abril se firmó el acuerdo Juntos por la Salud, en el que los hospitales privados atenderían una lista de enfermedades, con el fin de liberar camas en el sector público que se usarían para atender a pacientes con coronavirus.

Sin embargo, eso no fue suficiente. Los hospitales públicos se desbordaron en cuestión de semanas y las ambulancias daban vueltas buscando un lugar para el paciente, antes de que se muriera dentro del vehículo, o afuera de algún hospital.

Dentro de los hospitales, la situación no era muy distinta. Los ventiladores resultaron insuficientes para todos los pacientes que los necesitaban, por lo que la iniciativa privada y los investigadores de universidades y empresas privadas comenzaron a trabajar en prototipos fáciles de diseñar, construir y entregar, a fin de atender la emergencia.

Mientras éstos llegaban, algunas empresas aprovecharon el incremento de precios para vender estos equipos en millones de pesos a los gobiernos, quienes pagaron lo que les pidieron, con tal de tener equipos suficientes.

La Secretaría de Relaciones Exteriores negoció con otros países la compra de dispositivos médicos —desde cubrebocas, caretas y alcohol en gel, hasta ventiladores, tubos y material necesario en urgencias— a otras naciones, ya que el mercado estaba acaparado, las empresas no tenían más inventarios y todos buscaban producir lo necesario a marchas forzadas.

Para septiembre, cuando el país ya estaba en semáforo naranja, México se encontraba mejor preparado. El caos de abril y mayo ya había pasado, y la industria había dado la batalla, junto con el gobierno, para disminuir los casos.

Sin embargo, la temporada invernal cumplió su promesa de aumentar los números de casos de coronavirus nuevamente. Eso sumado al descuido, las fiestas y la falta de medidas estrictas para el confinamiento llevaron a México a un repunte peor que el del año pasado.

Para el 27 de febrero de 2021 —a un año del primer caso registrado—, el pico de muertes y contagios ha bajado notablemente, pero el virus sigue presente. Se espera que la vacuna contribuya a reducir los contagios, las complicaciones y la muerte de pacientes con coronavirus.

Hasta ahora se ha logrado inmunizar a 1? la población mexicana. Y si las dosis siguen fluyendo, el gobierno estima vacunar a 75% para finales de este año.

Quizá para este año ya no tengamos el pico que tuvimos al inicio de 2020, quizá la temporada primavera-verano contribuya a que disminuyan los contagios y podamos tener una nueva normalidad, así como la vacunación a ciertos sectores de la población.

Quizá este primer aniversario sea el inicio del fin de la gran pandemia del siglo XXI, y también el inicio de una modificación total y prfunda a nuestro sistema de salud. 

 

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