La pandemia por COVID-19 obligó al mundo a focalizar la atención y recursos, pero la humanidad debe prepararse para la próxima pandemia
Muy probablemente cuando pasen los tiempos de COVID nos encontraremos con nuevos brotes, por ello, tal vez los expertos ya se están preguntando cómo serán o qué virus podrían causarlos. Sin embargo, además de responder estas preguntas, también han apuntado que es necesario hacer énfasis en la prevención.
En otras palabras, se quiere atacar enfermedades no transmisibles como diabetes o infartos a través de la promoción de hábitos saludables; de la misma forma, las pandemias deberían poder ser prevenidas gracias a distintos mecanismos, como el desarrollo de vacunas o un sistema de vigilancia epidemiológica global como el que existe para la gripe (GISRS).
El GISRS ha sido promovido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde los años 50, pero no esta no fue una estrategia espontánea, hay que recordar que en la gripe ha causado pandemias en el siglo XX, por ejemplo, en 1918 se dio la que mató a 50 millones de personas, un brote que tuvo más víctimas que la Gran Guerra.
Además de la gripe y los coronavirus, que han causado otras epidemias, como la de SARS en 2002 y MERS en 2012, también hay otros virus por los que los científicos y las agencias de las Naciones Unidas están alertas; por ejemplo el nipah, el zika y Chikungunya.
Nipah, zika y Chikungunya
Considerado más mortal que el ébola, aunque fue descubierto en 1998, el nipah aún no tiene una cura y suele aparecer cada año. Aunque fuera de la India y el Sudeste Asiático no suele ser motivo de preocupación, las autoridades sanitarias lo tienen bajo la lupa y es que, en 2018, cobró la vida de 17 personas.
Para el nipah, su huésped natural del virus es un murciélago frutero, aunque también puede llegar al ser humano a través de otros animales o de alimentos. Asimismo, el contagio puede producirse entre personas.
Quizá la mayor preocupación de los científicos respecto al nipah no es la rapidez de su propagación, sino su letalidad. En entrevista con El País, Emie de Wit aseguró que, en promedio, 70% de las personas que se infectan, perecen.
De acuerdo con la OMS: “En el hombre la infección por VNi se asocia a un espectro de manifestaciones clínicas que van desde un proceso asintomático hasta un síndrome respiratorio agudo o una encefalitis mortal”. Debido a la ausencia de una vacuna, “la atención de sostén intensiva constituye la principal forma de tratamiento en los casos humanos”, explica el órgano en su portal informativo.
Ahora, como el dengue, tanto el zika como Chikungunya son transmitidos por la picadura del mosquito Aedes aegypti. Si bien esta especie necesita más calor, razón por la que estas enfermedades han sido consideradas tropicales, factores como la crisis climática, entre otros, harán que estas se expanda hacia el norte.
Ni para zika ni Chikungunya existe una vacuna que pueda prevenir la enfermedad; sin embargo, una de las mejores defensas es la prevención de la propagación de los mosquitos aedes, lo que también implica un sistema de vigilancia junto con acciones de control: uso de insecticidas y mosquiteras, así como evitar el agua estancada.
CEPI: contra virus potencialmente pandémicos
Antes de la aparición del nuevo SARS-CoV-2, la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI por sus siglas en inglés) ya apoyaba diversos proyectos para el desarrollo de vacunas contra el virus del Nipah, el MERS, la fiebre de Lassa, la fiebre del valle del Rift (RvF por sus siglas en inglés) y Chikungunya.
“De un inicio se toman tres enfermedades infecciosas como posibles ejemplos, o posibles enfermedades o patógenos con potencial pandémico. Uno de ellos es la fiebre de Lassa, el virus del Nipah y el coronavirus MERS”, aseguró en entrevista Raúl Gómez Román, biólogo molecular y celular y coordinador en la CEPI de investigación y desarrollo de COVID-19. Además, añadió que se están apoyando vacunas para investigación y desarrollo en contra del Chikungunya y también contra de la fiebre del valle del Rift.
Actualmente, la CEPI tiene proyectos que apoyan cuatro distintas vacunas en contra del virus del Nipah, en los que participan la Universidad de Tokyo con un financiamiento de 31 millones de dólares (mdd); Public Health Vaccines con un financiamiento de 43.6 mdd; Profectus Biosciences, Emergent Biosolutions & Path con un financiamiento de 25 mdd; y Janssen Vaccines y la Universidad de Oxford, quienes también se encuentran desarrollando vacunas para fiebre de Lassa y MERS, con un financiamiento de 19 mdd.
Viviendo entre epidemias
A lo largo de la historia han aparecido distintas enfermedades infecciosas para las que no se ha encontrado una cura o una vacuna; debido a esto, hemos tenido que convivir con epidemias como la de la tuberculosis o el sida.
Si bien el enfoque médico y científico es esencial al momento de atacar las enfermedades infecciosas, también es necesario enfrentarlas observando otros factores de riesgo: sociales, económicos y ambientales.
Soumya Swaminathan, científica jefa de la OMS, aseguró para Noticias ONU que: “Los pacientes de tuberculosis suelen proceder de los sectores más pobres de la sociedad, así que he estado en todos los barrios marginales de la ciudad india de Chennai y conozco las condiciones en que viven”.
Aunque la tuberculosis mata a millón y medio de personas al año, el mundo se ha acostumbrado a su presencia; quizá cuando se trata de enfermedades que atacan a los sectores más pobres suelen pasar desapercibidas.
Para Swaminathan es importante que se produzca un nuevo modelo de salud pública. “Y no sólo hay que pensar en los humanos, sino también en los animales y en el medio ambiente, porque sabemos que las pandemias surgen de las interacciones entre los animales, los humanos y el medio ambiente”, subrayó.
En octubre de 2020, un estudio de IPBES (Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services) destacó el papel de la destrucción de la biodiversidad en las pandemias. Además, científicos de India, Reino Unido y Etiopía, dirigidos por la Universidad de Sydney, realizaron el artículo “¿De dónde llegará la próxima pandemia?”, en el que calcularon el riesgo de contagio y la propagación de un futuro virus.
Para ello, los investigadores analizaron dónde se producen las interacciones entre los humanos y la vida salvaje, así como los sistemas de salud deficientes y el tránsito aéreo de todo el mundo. El estudio apunta que las áreas que muestran un alto grado de presión humana sobre la vida salvaje también contenían más del 40% de las ciudades más conectadas del mundo en zonas de probable propagación.
Aunado a esto se suma el riesgo de una infraestructura de salud deficiente, lo que provocaría una falta de detección de posibles amenazas y el incremento de la posibilidad de una epidemia global.